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OPINION DEL LECTOR

Padres, escuela y televisión

Una noticia reciente asegura que los niños catalanes se pasan más horas viendo la televisión que en la escuela, y que la franja horaria desde las 22.00 horas hasta la medianoche tiene numerosos espectadores infantiles. Ante esta información, son muchas las voces que se han alzado pidiendo a los gobiernos y a las corporaciones televisivas su intervención para solucionar el problema. Pero, ¿y los padres? Se puede tener televisión y encenderla o no.

En todo caso, está en manos de los padres limitar las horas de televisión a sus hijos. ¿Es la sociedad o son los padres los responsables de que a las 23.00 horas los niños estén ante el televisor? ¿Es el Estado o son los padres los responsables directos de la educación de los hijos? Nuestra sociedad se caracteriza por ceder las responsabilidades que antes eran privadas y colectivas al Estado. Si eso en algunos casos está bien, porque representa una mejora social, en otros, en cambio, se traduce en una dejación de lo que es una responsabilidad particular. Una de estas es precisamente la educación de los hijos.

Muchas de las demandas sociales de los padres comportan dejar cada vez más la educación en manos ajenas. Se reclama que la escuela organice actividades extraescolares durante el curso, los fines de semana y las vacaciones. Se pide a los familiares que cuiden a los niños o se contratan canguros. La educación se va transfiriendo a otras personas, y lo que empieza siendo una demanda que obedece a una necesidad acaba siendo un derecho que se reclama al Estado. Así, muchos padres creen que la sociedad tiene el deber de cuidar y educar a sus hijos porque ellos tienen que trabajar. Tal vez éste sea el camino de la evolución hacia una situación planteada como ideal por La República de Platón. Quizá estemos en el estadio previo a la situación ideal en la que los padres tendrán a los hijos y los cederán al Estado para que se ocupe de los niños, y mientras ellos podrán dedicarse a trabajar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de febrero de 2004