LA POSGUERRA DE IRAK
ERNESTO EKAIZER | Madrid
Durante diez meses, un grupo de 1.200 expertos norteamericanos removieron Roma con Santiago a lo largo y ancho de Irak para hacer buena la promesa del presidente George W. Bush: la aparición de las armas químicas, biológicas y nucleares que poseía Sadam Husein.
La víspera de la Fiesta del Sacrificio se ensangrentó ayer en Irak. Un atentado suicida en Mosul con nueve muertos y un ataque cerca de Kirkuk contra las tropas ocupantes, que mató a tres soldados estadounidenses, rompieron la "situación táctica estable" que había descrito el general norteamericano Mark Kimmitt el día anterior. Además, estos incidentes tuvieron lugar fuera del llamado triángulo suní, donde se concentra la resistencia.
Registros en los despachos oficiales, líneas telefónicas pinchadas, ordenadores rastreados: los tres magistrados que condenaron el viernes al ex primer ministro francés Alain Juppé y a otros ex directivos del neogaullismo fueron espiados y recibieron amenazas de muerte, según denunció ayer la presidenta del tribunal, Catherine Pierce, 24 horas después del fallo que convulsiona a la derecha francesa.
Estados Unidos obligó de nuevo a British Airways y Air France a cancelar siete vuelos transatlánticos desde Europa hacia Estados Unidos por temor a posibles atentados de Al Qaeda. Como ya ocurriera hace algo más de un mes, Washington, citando fuentes de sus servicios de inteligencia, advirtió de las presuntas amenazas a las dos compañías aéreas, que prefirieron extremar la prudencia y mantener sus aviones en tierra.