No sólo me parece un atraso y un mal enfoque del problema, sino también una gran hipocresía penalizar al cliente como medio para acabar con la prostitución, acción que el Ayuntamiento de Madrid está estudiando según el modelo sueco. En una sociedad en la que es muy frecuente y está muy bien aceptada la relación sexual de una mujer con un hombre a cambio de ofrecerle una vida social determinada, o de llevarle a un restaurante de la nouvelle cuisine, o de pasearle en su Citröen 2CV "tuneado", o simplemente a cambio de algún tipo de seguridad, no entiendo cómo nos escandalizamos cuando ese acuerdo está negociado de antemano y es a cambio de dinero, como sucede con la prostituta.
Además nos olvidamos de la gran labor social que hacen estas mujeres prestando sus servicios al soltero con problemas de relación, al trabajador sin posibilidad de relación social, al minusválido, al tímido... ¿Es que en Estados Unidos se dejó de consumir alcohol con la Ley Seca de los años veinte? Es cierto que no es fácil terminar con la trata de blancas, la prostitución infantil..., pero el primer paso es dignificar esta profesión, respetar a estas mujeres y proteger más su situación de marginación y vulnerabilidad. Por cierto, ¿alguien le ha preguntado a ellas qué opinan?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de febrero de 2004