Desde que el señor Montoro abrió su boca y comenzó a contar lo bien que lo había hecho todo, sin decir a cuenta de quién, y que las cuentas le salían genial, pues no es que hubiese logrado el déficit cero, sino que había logrado superávit, he estado pensando en contestarle con tranquilidad.
Como médico en la sanidad pública ya tengo a mis espaldas en un periodo de 20 años tres episodios de congelación de sueldo y el resto me los he pasado en el frigorífico, ya que el sueldo siempre lo suben un punto o punto y medio por debajo del IPC. La congelación es un proceso terriblemente engañoso, pues no es que te la apliquen un año y se acabó, ¡que va!, ese porcentaje te queda anulado para siempre y nunca lo recuperas. Esto nos ha supuesto una reducción del poder adquisitivo de un 18% a un 20% en este tiempo. Sin duda así es fácil hacer cuadrar las cuentas del señor Montoro y de los que vengan.
Me gustaría ver las propuestas claras de los partidos políticos que piensan gobernar, respetando la subida salarial anual como mínimo igual al IPC en los funcionarios de la sanidad pública y que nos devuelvan poco a poco lo que nos han tomado prestado en los últimos años.
Sin duda sería una medida justa y motivadora para todos los profesionales de la sanidad española, y evitaría el tener que estar continuamente manifestándonos para conseguir mejoras salariales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de febrero de 2004