No puedo comenzar esta carta con las habituales fórmulas como estimado, compañero, amigo, querido, etcétera, porque aunque nunca nos unieron grandes cuestiones, sí existía un lazo que nos acercaba, y éste era la pertenencia a una misma organización: Comisiones Obreras (CC OO). Hoy, sin embargo, por obra de tu odio visceral hacia quien suscribe la presente, y haciendo gala de tus convicciones más profundas, no has tolerado que podamos debatir y que sean los afiliados en Almería quienes elijan a su próxima dirección, como ya ocurrió en el VIII Congreso Provincial. Congreso que tú personalmente te encargaste de mandar al olvido con la gestación del acto más impresentable vivido en CC OO de Almería. Acto que es inmoral e ilegal y, sobre todo, un insulto a la libertad de los afiliados de Almería.
Ahora, con el más puro estilo estalinista, has decido que tampoco tenemos derecho a ser afiliados a CC OO y para ello has inventado cuantas mentiras han sido precisas para tomar la medida de expulsar a tres compañeros y a mí mismo.
Compañeros cuyo nombre en Almería evoca entre cientos de delegados y delegadas sindicales muchas horas de entrega a la defensa de los intereses de clase. De muchas horas de trabajo por engrandecer las CC OO y todo ello con el único beneficio de corresponder a sus ideales y profundas convicciones. Por ello yo no puedo por menos que defenderlos, porque creo en su honestidad, en su laboriosidad y en su capacidad intelectual y moral.
Para ti estos nobles sentimientos son enormemente desconocidos, pues destilas tanto veneno que sólo mereces desprecio, ni siquiera la enemistad evocas, pues es la antítesis de la amistad, y para evocar la primera es imprescindible conocer y admirar a la segunda, y la segunda sólo la conocen quienes creen en la solidaridad y el respeto, y eso no va contigo.
Es más, puedo asegurar que lo inexistente es indemostrable, y en este sentido, jamás podrás demostrar que yo he cometido una sola irregularidad, y mucho menos que esas supuestas irregularidades han servido para beneficiarme pecuniariamente, ni en modo alguno. Por tanto, niego rotundamente las acusaciones que tú soterradamente, y tu compañero Carbonero públicamente, realizáis sobre nuestra honorabilidad. Pero quizá el futuro pueda atisbar horizontes de irregularidades cometidos desde las CC OO de Andalucía que tú diriges, y entonces veremos cuál es tu posición al respecto, porque es sorprendente comprobar que poco es el nivel de la misma desde que tú la diriges y, sobre todo, es patético comprobar cuan sumiso eres frente al poder establecido y la contraparte natural, y lo duro que te tornas con los compañeros de la organización, ¿será que tal vez te importen otras cosas más que nuestra hermosa organización? Yo no suelo ser rencoroso, pero no puedo olvidar fácilmente y como estamos a principio de año, te deseo que tengas una recolección muy amplia de todo lo que estás sembrando: Odio y desprecio a manos llenas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de febrero de 2004