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Crítica:

Espacio de la conciencia

El hombre oscuro de Txema García Nieto representa el intento de llevar a la novela una voz; no una acción, ni una historia, sino algo más intangible, como esa oscuridad que es la principal característica del personaje al que alude el título.

Entroncado con la narrativa de vanguardia, de toque centroeuropeo, el autor propone al lector un periplo por los signos narrativos de la singularidad de una esencia que se escapa. La cita de Baudrillard que encabeza el volumen puede dar la clave del sentido del texto: "Estrictamente hablando, la existencia, el ser y lo real son imposibles".

Apoyado en una riqueza verbal admirable, Txema Garcia Nieto estructura una obra de los fragmentos, casi elementos líricos de la voz, en los que recorre con amplitud la reflexión sobre la vida y la muerte. Una de las proposiciones de la postmodernidad es la disolución del sujeto. Ese es el tema en que se basa la novela: una disolución que sólo ha dejado en pie la palabra y la voz.

Empeñado en la descripción de una ausencia, El hombre oscuro simboliza algunas claves de la postmodernidad. La novela representa un mundo interior, en un juego de equilibrio entre la libertad personal o el dominio del maestro, un monólogo ininterrumpido, con una mínima base argumental, en torno a una experiencia amorosa y a su destrucción. Pensada desde el riesgo, desde el atrevimiento, con el peligro inminente de no llegar al lector, Txema García Nieto ha construido una peripecia verbal, de opiniones sobre la vida oscura.

Txema García Nieto: El hombre oscuro. Elea, Bilbao, 2003, 135 p.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de febrero de 2004