Fue el presidente del Gobierno quien nos pidió que le creyésemos a él y no a la ONU sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Si pretende ahora que nos creamos que para apoyar la guerra se basó en informes de la ONU, debería ser él el primero en pedir cuentas a las Naciones Unidas y a los autores de esos falsos informes. Si no lo hace así, difícil lo tiene.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de febrero de 2004