Creo que la mejor solución para impedir la invasión del carril-bus sería la imposición de fuertes multas a quienes vulneraran ese espacio prohibido. Instalar un bordillo es una opción llena de peligros y resultaría muy arriesgado para todos. Además, de tal manera el Ayuntamiento ingresaría dinero de las multas -inapelables, ya que quedarían fotográficamente probadas- y se evitaría lo que le costará la instalación del bordillo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de febrero de 2004