Por fin se le ocurre a un político prometer una reforma de los medios públicos de comunicación sensata, coherente y bastante ambiciosa. Falta nos está haciendo, Sr. Zapatero, una profunda reforma de las televisiones públicas (las que más consumimos el pueblo llano) porque los valores que inculcan y el poder educativo que tienen sobre las mentes más tiernas, hace que padres y educadores nos sintamos ceros a la izquierda en la educación de nuestros hijos y alumnos.
Por fin, se propone encomendar la reforma del ente público a gente experta en educación, Carreter y Savater, entre los más conocidos; a gente del mundo de la cultura, como debe ser una TV en condiciones, y a gente alejada de la política activa, para que puedan mirar desde otra óptica.
Por fin el Sr. Zapatero y sus asesores se han dado cuenta del poder que ejerce la caja tonta en la formación de valores cívicos y, por qué no, también morales. Sin miedo, Sr. Zapatero, que la moral y la ética también existen.
Creo que muchas personas vamos a confiar, una vez más, en las promesas y en esta reforma, en concreto. Vamos a confiar en que ningún interés económico prime más que los culturales y educativos. Vamos a confiar en que, después de la reforma, ningún partido político utilice los medios públicos de comunicación en beneficio propio.
Muy bien, Sr. Zapatero, apúntese un diez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de febrero de 2004