Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES

Tiempo de elecciones

No salen las cuentas. Dicen que no se ve por televisión la gala de los Goya, y desde entonces no hay columnista que haya obviado un comentario sobre el tema, ni periódico o radio que no hayan abierto sus espacios para que cada cual exponga su opinión sobre la ceremonia, las pegatinas, el discurso de la Sampietro, la ausencia de Berlanga, lo que los académicos pueden o deben decir, o todo ello a la vez. Algunos de los que tras la pasada edición escribieron artículos y cartas insultando a los premiados que se atrevieron a decir no a la guerra, ahora se desgañitan porque la última ceremonia no se politizó en la línea que ellos querían. Hubo entonces quien pidió la cabeza de la presidenta por un motivo opuesto por el que ahora pide la cabeza de la nueva. ¿En qué quedamos? Están enguarrando el patio.

Otros quieren hacernos creer que el cine español es culpable de todos nuestros males, y se empeñan en convertir a los cómicos en muñecos del pimpampum. Sugieren que estos miserables son un problema, y aseguran muy en serio que los cómicos están obligados a la sumisión incondicional, como las demás industrias económicamente favorecidas por el Gobierno o por el Estado. Si cobran, callan, o sólo dicen lo que yo quiero. Seamos serios, señores. Si los cómicos acataran servilmente al poder, ¿para qué los necesitaríamos?

A ver si se acalla tanto revuelo ("lo que no se habla, se borra", dicen en La vida que te espera), y podemos volver a hablar del cine español, sus problemas y vanidades. El optimista Manuel Hidalgo ha lanzado en su columna de El Mundo la idea conciliadora de un nuevo congreso del cine español en el que se pueda analizar sin prejuicios la realidad cultural y económica de este oficio, entretenimiento, industria o como se le quiera llamar. Eso sí, sin quejas lloricas, sin quimeras, y sin esos politiqueos oportunistas que ahora estamos viendo. La idea de Hidalgo parece tan apropiada que no será factible, aunque va siendo hora de que la actual situación del cine se estudie en serio, como ya se hizo en 1979 en aquel Primer Congreso Democrático del Cine Español, donde cada gremio dijo lo que quiso, y se sentaron parte de las bases de lo que luego sería la política cinematográfica del PSOE. Será mejor estrujarse el majín que poner parches lastimeros en forma de anuncios para la tele. Hidalgo viene a sugerir que se deje la fiesta en paz y que vayan al grano. Pero hay muchos nervios en el ambiente.

Nervios que se calmarán seguramente el próximo mes con el estreno de la nueva película de Almodóvar, La mala educación, sobre la que se deshacen en elogios cuantos ya la han visto. Será éste el primer gran estreno español del año y con su éxito subirá la cuota del cine español y amainarán las tempestades. Y habrán terminado por fin las elecciones, y cada cual sabrá dónde se encuentra. Mientras todo eso llega, seguimos en un insoportable periodo de insultos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de febrero de 2004