El Ayuntamiento de Valencia, o de cualquier pueblo, tiene un morro que se lo pisan. Para demostrarlo pongamos el ejemplo del dinero que se gastan en cosas suntuarias, fiestas por ejemplo; hacen falta pero también hacen falta aparcamientos, seguridad, y comodidad de la ciudad, cosas que no se atienden.
Viendo las deficiencias del metro, de los hospitales, por ejemplo la Fe de Valencia, cómo es posible que los ayuntamientos miren hacia el folklore de las fallas, por ejemplo, y se olviden de todas las demás cosas.
Si el metro realiza huelgas en fallas, a quién le tendremos que echar la culpa, a los políticos, o a los encargados del metro. Aquí nadie se equivoca ni tiene errores, los errores los tienen quienes se quejan, que se quejen entre ellos y que se den las soluciones. Creo que los ayuntamientos sólo se gastan el dinero en aquellas cosas que dan votos de devotos, y las fiestas dan mucho de eso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de febrero de 2004