Dos millones de nuevos puestos de trabajo y una tasa de desempleo del 8% en cuatro años. Ésta fue la principal promesa del candidato del PP a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, en la clausura de la convención que aprobó el programa electoral de su partido. Para lograr estos objetivos, Rajoy prometió perseverar en las recetas de política económica aplicadas en las dos últimas legislaturas. Según la Encuesta de Población Activa, en 2003 el índice de desempleo se situó en el 11,2% y se crearon 484.700 puestos de trabajo netos. Pese a ello, el paro creció en 8.900 personas.
Rajoy, arropado por los primeros ministros de Francia y Portugal, Jean-Pierre Raffarin y José Manuel Durão-Barroso, respectivamente, arremetió contra el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, de quien dijo que "no está preparado para gobernar" y, por eso, sólo "le queda Irak y la crispación". Previamente, el jefe del Gobierno, José María Aznar, pidió a Rajoy que no salga a "empatar el partido" del 14 de marzo, sino a obtener "los mejores resultados" de su historia, ampliando la mayoría absoluta que él logró en 2000.
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Zapatero afirmó en Bilbao que acabar con ETA será su prioridad si forma Gobierno. Para ello, prometió recuperar la unidad de las fuerzas democráticas a través de la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso, donde se facilitará información sobre la lucha antiterrorista y se recogerán sugerencias de la oposición. El líder socialista defendió el restablecimiento del diálogo con el Gobierno vasco, pese a su rechazo al plan Ibarretxe.
Por otro lado, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, animó la precampaña al afirmar que ha perdido la confinza en Josep Lluís Carod Rovira, ex conseller en cap, al que ha vuelto a pedir un informe sobre su entrevista con los jefes de ETA.
Editorial en la página 10
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de febrero de 2004