De todos es sabido que las legislaciones siempre tienen algún gazapo que permite una trampa legal. Lo que no entiendo es que una vez detectados esos gazapos no se haga nada por corregirlos y así evitar los abusos impunes que permiten. Tengo un abono del chapucero (no merece otra expresión) Teatro Real con visión restringida, pero me cuesta exactamente lo mismo que si tuviera visión total. Cualquier persona sensata diría que si un jersey entero cuesta 20 euros, uno defectuoso debería costar menos.
Pues he recorrido todos los estamentos habidos, de reclamación en reclamación, hasta llegar al mismísimo Defensor del Pueblo y todavía no he conseguido que me expliquen por qué el Teatro Real puede abusar de esta manera tan ricamente y sin posibilidad de enmienda (lo cual dice bien poco de todos los organismos que supuestamente defienden al consumidor).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de febrero de 2004