Las velocidad de las rondas ha mejorado. Si por mejorar se entiende reducirse aquélla y reducir también el número de accidentes y de muertos. Los responsables de la vía pública no tienen ninguna duda sobre el efecto que ha supuesto la implantación de radares en varios puntos.
Los internautas que anotan en páginas de la Red la ubicación de los radares también ayudan porque creen, y así lo cuentan, que cada punto de control corresponde a un radar. No es cierto en absoluto. Hay un total de 26 puntos de control, pero sólo 8 radares, que la Guardia Urbana de Barcelona mueve según programas preestablecidos.
El resultado de estos movimientos y controles es, hasta ahora, satisfactorio: bajan los accidentes, y ése era el objetivo, no el de aumentar las multas como recelan algunos maliciosos.
Barcelona utiliza, además de los ocho radares fijos de las rondas, otros cuatro situados en otros tantos coches de la Guardia Urbana. Las vías preferidas para el control del tráfico son la Gran Via, Meridiana y la calle de Aragó, por ser también donde se registran mayor número de infracciones con el riesgo consiguiente para otros conductores menos incívicos y para los peatones. Los estudios demuestran que un aumento de la velocidad multiplica de forma notable la gravedad de las lesiones en caso de accidente.
En estas calles, así como en la Diagonal, se instalarán próximamente radares fijos en un intento de defender los derechos de quienes respetan las normas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de febrero de 2004