Cinco hombre y dos mujeres, todos de origen rumano, fueron detenidos por agentes de la policía nacional como supuestos autores de al menos 20 estafas después de clonar tarjetas de crédito en los cajeros. Una de las mujeres detenidas quedó en libertad el lunes tras prestar declaración en comisaría, el resto pasó a disposición judicial.
La suya era una sofisticada fórmula para copiar la tarjeta de crédito de un usuario cuando estaba operando en un cajero bancario de los exteriores sin que se apercibiera de nada. Una regleta -del color del cajero, generalmente metalizada o amarilla, y de tres centímetros de ancho- escondía una microcámara y se colocaba en la parte superior del frontal del cajero, sujeta por cinta adhesiva. Paralelamente, los detenidos colocaban una estructura gemela a las bocas por las que se introduce la tarjeta y sale el papel comprobante encima de la ya existente.
De modo que el usuario llegaba al cajero, la microcámara grababa la operación -incluyendo los números personales que dan acceso a la cuenta- y enviaba la señal a una cámara de vídeo que se encontraba camuflada en un coche próximo. Y a la vez, se copiaban los datos de la banda magnética (que luego se volcaban sobre cualquier tarjeta cliente sin identificación personal) y que permitían acto seguido vaciar la cuenta del usuario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de febrero de 2004