Andrógino, glamouroso y un pelín parado en escena, el finés Ville Vallo se erige en penúltima versión de la leyenda del angel caído que el rock necesita para explotar su vena oscura. Príncipes de las tinieblas en el rock, la verdad, los ha habido a porrillo aunque pocos de ellos tuvieron la potente imagen aniñada de Vallo y su voz grave, heredera del propio Bowie en sus épocas más berlinesas.
Al frente de un grupo de buenos músicos que nunca consiguieron sonar con fuerza suficiente, Vallo recibió la pleitesía de una sala repleta de admiradores y, a cambio, ofreció un repertorio escogido de lo mejor de la carrera discográfica de este grupo; canciones que aparecerán también en el álbum de HIM And love said, no de inminente salida al mercado.
HIM
Ville Hermani Vallo (cantante), Migé Amour (bajo), Linde Lindstrom (guitarra), Gas Lipstick (batería) y Emerson Burton (teclados). Sala La Riviera. Madrid, martes 17 de febrero de 2004.
Dialogando con enorme lentitud con el respetable, Vallo discurrió con elegancia entre canciones cuyo sonido era heredero del rock de los ochenta en sus múltiples facetas. Dominaba el de U2, cuyas cadencias y hasta gimmicks de piano se delataban en canciones como This fortress of tears, Join me o Your sweet 666. También brilló el grupo en las versiones, como en el caso de la recreación que la banda hace de Wicked game de Chris Isaak y de, si el oído no le falla a este cronista, del Solitary man, de Neil Diamond. Todo un atrevimiento por parte de estos góticos que luego no lo son tanto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de febrero de 2004