La película Cold mountain, la obra épica sobre la guerra civil estadounidense del director Anthony Minghella, promete dejar helado a más de un espectador en China. Cuando el próximo abril llegue a las pantallas, lo hará mutilada, desprovista de algunas imágenes que la censura del país asiático ha considerado no aptas para sus ciudadanos. "Algunas escenas de desnudos y partes picantes han sido cortadas", ha asegurado en la prensa local Bao Yifan, de Shanghai United Cinema Lines, la mayor cadena explotadora de cines de esta ciudad. Según el Gobierno, estas escenas han sido excluidas porque "no corresponden a las condiciones del país, a la tradición china ni a las costumbres chinas".
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Aunque la industria cinematográfica cuenta con excelentes directores nacionales, reconocidos tanto dentro como fuera de China, la presencia de películas extranjeras en sus salas es prácticamente nula. El año pasado, el Gobierno permitió la exhibición de 10 cintas importadas, una cifra que este año se multiplicará por cinco como consecuencia de los compromisos adquiridos con la entrada en la OMC (Organización Mundial del Comercio). Y entre ellas está Cold mountain, que, ante la falta de un sistema de calificación, se ha visto afectada por el tijeretazo. Los responsables de supervisar las películas no dudan en cercenar aquellas que consideran ofensivas por su contenido sexual o contrarias a los intereses oficiales.
El trabajo de los censores ha vuelto a contrariar a gestores de salas y aficionados al cine. Los primeros se quejan de que supondrá una pérdida de clientes, ya que éstos rechazan ver versiones incompletas, y los segundos aseguran que harán todo lo posible por disfrutar del filme original. Algo nada difícil. A pesar de los controles sobre los DVD piratas, cientos de películas, nacionales y extranjeras, incluidas muchas que no han recibido la aprobación para ser exhibidas en China, están al alcance de cualquiera sin cortes, con subtítulos en varios idiomas y a menos de un euro, frente a unos cinco euros que cuesta una entrada de cine.
De ahí que los ingresos en las taquillas del país asciendan tan sólo a 900 millones de yuanes (85 millones de euros) al año. En China continental hay un total de 1.200 cines, con unas 2.000 pantallas, cuando sólo en Hong Kong existen 600 pantallas.
El de Cold mountain no es un caso aislado. Las autoridades han cortado una escena de sexo de Julia Roberts en La sonrisa de Mona Lisa antes de dar el visto bueno a su proyección este mes. Y la semana pasada suspendieron la representación de Monólogos de la vagina en Pekín un día antes de su estreno, después de haber sido cancelada antes en Shanghai. Era la primera vez que la obra de teatro de Eve Ensler, una defensa de los derechos de las mujeres, iba a ser representada al público..
Pero el hecho de que la palabra vagina sea repetida más de 100 veces en los monólogos parece haber sido demasiado para unas autoridades conservadoras y temerosas de dar un paso en falso en un país donde los asuntos de alcoba no se tratan en público.
También las memorias de Hillary Clinton, publicadas el pasado agosto en China, fueron cortadas y maquilladas sin su consentimiento para obviar los párrafos en los que hablaba, entre otros, de la masacre de Tiananmen en 1989, de Tíbet o de cómo fue censurada la transmisión de su discurso durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Pekín en 1995.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de febrero de 2004