Marruecos se ha ofrecido a cambiar su Constitución, inspirándose en el modelo de España, para conceder al Sáhara Occidental una autonomía, y con tal propósito ha creado, incluso, una célula de reflexión sobre una reforma regionalizadora de la Carta Magna. James Baker, encargado por Kofi Annan, secretario general de la ONU, ha considerado insuficiente esta concesión y se reunirá, en marzo, con los responsables marroquíes para intentar que sus propuestas se aproximen más a las de su plan de paz.
El 23 de diciembre Rabat remitió a Baker su contrapropuesta al plan de paz presentado por este último y que el Consejo de Seguridad endosó en julio. Poco antes, el Polisario y Argelia lo habían aceptado como base de discusión, pero Marruecos lo rechazó porque contempla un referéndum de autodeterminación que puede conducir a la independencia de la antigua colonia española actualmente bajo control marroquí.
Annan dio, en octubre, un tirón de orejas a Marruecos por decir "no" sin hacer contraofertas. Forzó así a Rabat a presentar, dos meses después, un documento que prevé "una consulta en referéndum de las poblaciones afectadas después de que la Constitución marroquí haya sido revisada" tomando en consideración "disposiciones constitucionales vigentes en los Estados geográfica y culturalmente cercanos al Reino". La alusión al sistema autonómico español es evidente.
Célula de reflexión
En el palacio real ha sido ya constituido un grupo de trabajo, encabezado por Mohamed Moatassim, consejero real y profesor de Derecho Constitucional, que estudia cómo modificar la Carta Magna de un país tan centralizado como Marruecos pero en el que las peculiaridades regionales son tan acusadas como en España.
El "proyecto de estatuto" prevé para el Sáhara una Asamblea Legislativa Regional, elegida por los 86.000 saharauis censados por la ONU, un puñado de refugiados registrados por el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas y aquellos que residían en el territorio antes de 1993. Este censo es más favorable al Polisario que el propuesto por Baker.
La Asamblea elegiría al presidente del Ejecutivo, que sería nombrado por el rey. Las competencias de la autoridad autonómica abarcarían la sanidad, la educación y la protección social, pero no el mantenimiento del orden, la justicia ni la fiscalidad.
Baker no se da por satisfecho. Quiere que Rabat vaya más allá en sus concesiones y le acaba de pedir que en marzo -el Consejo de Seguridad de la ONU deberá de nuevo pronunciarse a finales de abril- le someta una nueva oferta que se propone discutir con los responsables marroquíes.
Con el asesoramiento de un jurista francés, los marroquíes se han puesto manos a la obra, según fuentes diplomáticas. "Parecen dispuestos a ir más lejos, pero es dudoso que estén listos esta primavera", señala una fuente diplomática en Nueva York, "porque antes de seguir avanzando desean ver el desenlace de las elecciones presidenciales en Argelia". "Por eso pedirán más tiempo para hacer nuevas propuestas".
Argelia y el Polisario no han recibido la contribución marroquí de la que el rey Mohamed VI sí habló al presidente José María Aznar en diciembre, en Marraquech. Con las indicaciones que poseen Argel y el movimiento saharaui se inclinan por desestimarla, porque descarta que los participantes en el referéndum puedan optar por la independencia. El plan de paz de Baker sí incluía esta salida.
Baker, que fue secretario de Estado cuando el padre de George W. Bush era presidente de EE UU, está empeñado en dejar encarrilada una solución para el Sáhara antes de jubilarse. Si Bush fuese reelegido en noviembre, seguirá contando con el decidido respaldo de la Administración republicana. Sus posibilidades de conseguirlo serían altas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de febrero de 2004