Una pésima señalización puede justificarse por la novedad de la carretera estéril (pero de pago). Lo que no es de recibo es, una vez que entras en una autopista radial, de forma involuntaria por su señalización en pañales, que no haya otra forma de salir más que pagando la dolorosa. Equivocarte cuesta 80 céntimos de euro, que es lo mínimo a recaudar por la tela de araña tejida. Con la impotencia, después de ser toreado por el ministerio de las inauguraciones a destiempo, y puesta la denuncia, recomiendo el mismo camino a todo el que se sienta estafado y aconsejo un eslogan electoral a los padres de la criatura: autopistas radiales, si Mahoma no va a la montaña... habrá que encauzarle.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de febrero de 2004