El 16 de febrero de 1936 ganó las elecciones el Frente Popular. El manifiesto reunía a estos partidos: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Socialista, Unión General de Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista: firmaban Amos Salvador, Bernardo Giner de los Ríos, Juan Simeón Vidarte, Manuel Cordero, Francisco Largo Caballero, José Cazorla, Vicente Uribe, Ángel Pestaña, Juan Andrade (se recoge en http://www.ominae.net/historia/viewtopic.php?t=55).
Cada 16 de febrero recuerdo la fecha como mía, porque está en mi biografía. Tenía sin cumplir los doce años, y repartía las candidaturas que recogía en los partidos políticos del Frente, sin distinción. La calle no estaba fácil, ni para nosotros ni para los falangistas que repartían las suyas: muchos compañeros de instituto, y amigos. Dentro del odio, había fraternidades. Ganamos, se produjeron las amnistías y en el acto las represalias de los fascistas. Las últimas, el asesinato del republicano Teniente Castillo. Y la venganza de los oficiales de policía y Guardia Civil contra Calvo Sotelo. Duró el Frente Popular hasta el 16 de julio, en que se alzaron los fascistas.
Muchos creen que todavía están aquí. Yo también; cuando veo cómo se alza la extrema derecha parlamentaria contra las alianzas de izquierda y esgrimen como subversivo el acuerdo con el partido comunista o Ezquerra: no se han cambiado las cosas. Esta vez los socialistas prefieren pactos hacia la derecha. Han sufrido demasiado desde antes de aquella guerra, desde la revolución de Asturias de 1934, que encabezaron ellos y que les costó vidas, cárceles, exilios. Los de ahora ignoran que la derecha no soporta ni su nombre: debían darse cuenta y hacer algo.
(El teniente Castillo, de la Guardia de Asalto, se despedía de su mujer, que enseñaba desde el balcón al hijo recién nacido, cuando pasó el coche falangista que le asesinó. Era la calle de Augusto Figueroa, a la que pusieron su nombre, que claro, los fachas borraron. Sus compañeros y algunos de la Guardia Civil mataron en represalia a Calvo Sotelo. Sus avenidas, monumentos y nombres permanecen: el "protomartir". Lo recuerdo sólo porque hace unos días, en El Mundo, mi compañero y amigo Martín Prieto lo contaba al revés: que Castillo mató a Calvo Sotelo y luego murió en el frente de la Sierra, donde le mandó Prieto. Un simple error).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de febrero de 2004