Leo en primera página de la sección de Madrid de EL PAÍS que más de 17.000 ancianos están en lista de espera de las residencias públicas en la Comunidad de Madrid, y que 413 de ellos no renovaron su solicitud en 2003.
Asimismo leo que para el señor Alonso, director general del Mayor de la misma, "la actual lista no es un diagnóstico cierto de las necesidades de plazas en residencias de mayores de la Comunidad Autónoma de Madrid", y refiriéndose a los que no renovaron su solicitud, "en algunos casos era porque contaban con otros recursos".
Señor Alonso, permítame que le ayude a aclarar sus ideas. Mi abuela Marcelina no renovó su solicitud el pasado 2003. Nunca tuvo patrimonio alguno ni pensión digna para sobrevivir. Durante años esperamos en vano su entrada en un centro de día; después costeamos un dispositivo de teleasistencia; contratamos una persona para su atención diaria, y, finalmente, pagamos una residencia privada, con un coste superior a las 250.000 pesetas mensuales (el único concepto gratuito incluido era respirar). Nuestra abuela murió el pasado mes de julio.
¿Quizás se espera a que el resto de ancianos de la lista "no renueven"? Por favor, señor Alonso, sea serio, deje la verborrea y la hipocresía en un cajón de la mesa de su despacho y piense en ello.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de febrero de 2004