Enfrascado desde hace años en una nada desdeñable producción literaria -Diario en blanco y negro, Los amantes encuadernados, La dulce España o Los duendes jamás olvidan-, Jaime de Armiñán (Madrid, 1927) abandona su voluntario retiro televisivo para colaborar como guionista en la serie de humor de TVE ¿Se puede? Dirigida por Gustavo Pérez Puig, se estrenará en marzo y será el nuevo vehículo de lucimiento de Lina Morgan. Armiñán, autor de películas tan personales como Mi querida señorita, El nido, Los amores del capitán Brando o La hora bruja, también es el responsable de algunas de la páginas más lúcidas de la historia de la televisión.
Pregunta. Lleva muchos años alejado de la pequeña pantalla. ¿Por qué ha caído en la tentación?
Respuesta. Sí, desde hace más de diez años. Lo último que hice para TVE fue Una gloria nacional, protagonizada, como Juncal, por Paco Rabal. La serie fue muy maltratada, se emitía a una hora poco conveniente, los dos últimos episodios los pusieron juntos... En fin. Pero es una vuelta discreta, sólo formo parte de un grupo de guionistas.
P. ¿Qué le atrajo de ¿Se puede? para abandonar su retiro?
R. Gustavo Pérez Puig me habló del proyecto, y me pareció una buena idea. Además, estoy en deuda con Lina Morgan. Hace años me propuso que escribiera algo para ella, pero no se llegó a concretar nada. Ésta es una buena ocasión para saldar deudas.
P. ¿Entonces hay que agradecerle al ex director del teatro Español su vuelta a los ruedos?
R. Sí, nos conocemos desde hace muchos años. Pérez Puig, por ejemplo, dirigió la primera obra de teatro que escribí, Eva sin manzana, allá por 1953.
P. ¿Cómo son los sketches que ha preparado para Lina Morgan?
R. He escrito 10 pequeñas historias de 10 o 12 minutos. En ellas trato de potenciar sus facetas menos habituales. Lina Morgan es una actriz estupenda, llena de posibilidades, y he creado unos papeles a su medida, teniendo en cuenta su edad y sus registros. Espero que le gusten.
P. A la hora de elaborar los guiones, ¿ha recibido alguna orden o ha prevalecido su libre albedrío?
R. No, no he recibido ninguna indicación. La libertad ha sido total; si no, no hubiera aceptado. He trabajado en solitario, así que soy el único responsable.
P. Pero se habrá reunido con otros guionistas para no repetir personajes o argumentos.
R. No, sólo me he informado a través del director.
P. ¿Qué opinión le merece la televisión que se hace ahora?
R. Me pone de mal humor, así que veo muy poca, sólo películas en el canal digital y documentales de animales, que me encantan. La ficción no me interesa, y esos programas que, según cuentan, están llenos de personajes que se insultan y dicen palabrotas me parece terrible y muy poco interesante.
P. Usted fue una referencia inexcusable en la televisión franquista. ¿Cree que hoy sería posible rodar series como Tres eran tres, Las doce caras de Eva, Suspiros de España o Juncal?
P. Sería posible si hubiera interés. Creo, incluso, que sería necesario. Durante la dictadura se hiceron series de oro, no cabe la menor duda. La censura y la falta de libertad aguzó mucho el ingenio, y en aquella época, en televisión, trabajaba una plantilla muy importante: Chicho Ibáñez Serrador, Adolfo Marsillach, Antonio Gala o Ruiz Iriarte. Y no lo digo por nostalgia, sino porque lo siento así.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de febrero de 2004