Con indignación observo en los últimos tres meses el continuo deterioro del firme de las calles de Madrid. En especial, el barrio de la Concepción. He llegado a contar más de 35 agujeros con una profundidad superior a los ocho centímetros. Igual podemos observar en calles como Príncipe, Hortaleza o en Carabanchel. No sé si es por al esfuerzo en la reforma de la M-30, la pésima gestión del equipo de gobierno o el interés de nuestros ediles en que conozcamos nuestra arqueología en directo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de febrero de 2004