El Oceanogràfic realizó la semana pasada una prueba a la veintena de empleados -veterinarios y cuidadores- que trabajaban en contacto directo con un león marino que falleció en Navidad por una tuberculosis para descartar un posible contagio. El resultado de los análisis demostró que ninguno de los trabajadores padecían la enfermedad, según confirmaron a este diario de fuentes de la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CAC).
El animal fallecido, que llevaba tiempo enfermo, vivía junto a otros leones marinos que se encuentran en una instalación abierta y que estuvieron en observación tras la muerte del mamífero marino. Las mismas fuentes señalaron que es muy difícil que un animal enfermo pueda contagiar a trabajadores que le atiendan e imposible que lo haga a visitantes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de febrero de 2004