El problema de la vivienda se explica fácilmente con una sencilla regla de tres, matemáticamente directa, si bien en este país, siempre uno, grande y diferente, inversa. Veamos: ¿si en España hace unos años, cuando los intereses de las hipotecas se situaban por encima del 11% (no hace falta decir que debido a la mala gestión de los gobiernos socialistas), éstas se amortizaban en 10, 12 o a lo sumo 15 años, actualmente, con los intereses situados en un 3%, en cuánto tiempo se amortizarán? Señalar la respuesta correcta.
Primera: en menos años. Segunda: en 30 años y siempre gracias a los bancos, que son comprensivos. Tercera: los promotores de vivienda, como buenos empresarios, que no especuladores, maximizan siempre su beneficio. Cuarta: los compradores son masoquistas. Quinta: el Gobierno, impasible el ademán y su ínclito presidente hablando en tejano. Sexta, y no por ser la última menos probable: el suelo, al igual que los diamantes, es escaso. De Madrid a Cuenca sólo hay agua.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de febrero de 2004