Uno de los proyectos estrella con los que concurrió la actual presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, del PP, a las elecciones regionales fue las Brigadas Especiales de Seguridad de la Comunidad de Madrid (Bescam). La entonces candidata no paró de decir que los primeros agentes estarían prestando servicio antes de que terminara febrero.
Pero la situación ha ido cambiando conforme avanzaban las negociaciones y la puesta en marcha de un proyecto que algunos políticos y dirigentes policiales llegaron a comparar con una policía autonómica soterrada. El vicepresidente segundo y consejero de Justicia e Interior, Alfredo Prada Presa, siempre negó este hecho y mantuvo que se trataba de una apuesta de la Comunidad de Madrid por convertir la región en una de las más seguras de Europa.
Pero la primera base, con sede en Móstoles, y sus respectivos agentes ha dado giros ostensibles conforme corría el inicio del mandato de la presidenta Esperanza Aguirre.
Uno de los principales escollos fue encontrar la sede. En un principio se optó por dos naves industriales que estaban en puntos opuestos del municipio. Una en el polígono Regordoño y otra en el de Los Rosales. Al final se optó por esta última, dadas las mejores comunicaciones de que disponía: la autovía de Extremadura, la M-50 y la M-506, principalmente.
Otro problema fue la incorporación de los nuevos agentes. En principio, el equipo regional aseguró que un periodo de formación de cinco semanas estarían listos para acometer las labores de seguridad ciudadana que les iban a encomendar. Para ello, podían optar agentes del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil y de policías locales de toda España que fueran menores de 40 años, con una experiencia mínima de cinco años. Luego fueron apeados los policías nacionales y los funcionarios del instituto armado, dado que su formación era distinta de la que reciben los cuerpos locales.
El tercer asunto que ha cambiado es el plus que iban a cobrar los integrantes de la Bescam. En un principio, se habló de hasta 360 euros mensuales, pero luego se acordó que cobraran lo mismo que sus compañeros de plantilla. Esto acabó con las aspiraciones de muchos futuros agentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de febrero de 2004