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Crítica:CRÍTICA

El enano seductor

En Vivir rodando (Tom DiCillo, 1995), cine dentro del cine ambientado en la realización de una película independiente americana, a alguien se le ocurría la archirrepetida idea de que, ya que había que grabar una secuencia onírica, era imprescindible introducir en el sueño la figura de un enano que ofreciese la atmósfera necesaria.

Y es que, salvo contadas excepciones, los enanos han pasado por la historia del cine más como elemento decorativo (casi como animales de feria a los que sólo es posible mirar de soslayo) que como simples seres humanos.

Tom McCarthy, director y escritor de The station agent, su ópera prima, no sólo ha inventado un protagonista que sufre y disfruta como todo hijo de vecino, sino que ha logrado que su personaje sea el que arrastre las pasiones.

THE STATION AGENT

Dirección: Tom McCarthy. Intérpretes: Peter Dinklage, Patricia Clarkson, Bobby Cannavale. Género: drama. EE UU, 2003. Duración: 88 minutos.

Con una preciosa voz, una elegancia innata y una poderosa mirada, Peter Dinklage (gran actor) consigue enamorar (y la utilización del verbo es muy precisa) a no menos de cuatro personajes y a cualquier espectador que se acerque a esta historia de seres al margen, de sufridores natos que ponen en común su soledad en un inhóspito paisaje, la intersección de las vías de un tren.

Presentada con muy buena acogida en el pasado Festival de San Sebastián (donde consiguió el premio especial del jurado) y reciente ganadora del Bafta británico al mejor guión, The station agent es una película independiente con todas las letras, con sus virtudes (sencillez, sinceridad, cercanía) y con el único defecto que se le puede achacar: cierta sensación de ya vista.

Soledad irremisible

En una entrevista reciente, Hal Hartley (Simple men), autor en horas bajas y uno de los gurús del independentismo americano de las décadas de los ochenta y noventa, afirmaba que este tipo de cine estaba "muerto". Puede que el diagnóstico sea algo exagerado, pero lo cierto es que muchos de los renovadores de aquella época casi han desaparecido del mapa, caso del autor de la frase, de Tom DiCillo, Allison Anders (Área de servicio), Alexandre Rockwell (In the soup) o Lee David Zlotoff (La historia del spitfire grill).

Casi todos ellos ganaron premios en Sundance, ambientaron sus películas en la América profunda, colocaron al frente de sus historias a personajes sin glamour aparente y establecieron que la soledad era el destino irremisible del ser humano moderno.

Todas estas características (galardones en el festival de Robert Redford inclusive) las posee también The station agent, película revitalizadora del panorama independiente, que comparte numerosos puntos de unión con el cine de la española Isabel Coixet.

Seres al margen

McCarthy seduce con un enano que se dedica a ver pasar los trenes, con una artista carcomida por el pasado y con un vendedor ambulante de perritos calientes, gente de carretera secundaria, con dificultades para expresar sentimientos, seres al margen que salen a flote uniendo pequeñas cosas. Como The station agent, cine al margen que triunfa gracias a pequeñas grandes cosas: buenos diálogos, certero retrato de personajes, sinceridad y delicadeza.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de febrero de 2004