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Crítica:CRÍTICA

Vacua pedantería

Full frontal es cine dentro del cine dentro del cine. Un experimento metacinematográfico excéntrico, difuso, ambicioso y, sobre todo, muy pedante. Steven Soderbergh es un director con dos muy buenas películas (Sexo, mentiras y cintas de vídeo y Traffic), un par de entretenimientos de categoría (Erin Brockovich y Ocean's eleven), una valentísima y notable segunda vuelta a Solaris (novela de Stanislav Lem ya adaptada por Andréi Tarkovski) y algún pretencioso resbalón (Kafka).

Pero es evidente que estamos ante uno de esos casos en los que el artista no sólo sabe que es bueno, sino que se cree el mejor de todos. Y eso es muy peligroso.

Prototipos

FULL FRONTAL

Dirección: Steven Soderbergh. Intérpretes: Julia Roberts, Blair Underwood, Catherine Keener, David Hyde Pierce. Género: comedia. EE UU, 2002. Duración: 100 minutos.

De otro modo no se entiende una película como Full frontal, aparente rompecabezas de historias en las que se llega a mezclar una ficción dentro de otra ficción dentro de un documental ficticio (?).

La película, como conjunto, no funciona en ningún momento, aunque el guión posee abundante mala leche en la presentación de prototipos dentro del mundo del espectáculo, lo que lleva a alguna conversación aislada con cierta gracia (como la de Julia Roberts, el sándwich de atún y su asistente, o la del director de teatro y el intérprete de Hitler).

Steven Soderbergh aprovecha en Full frontal para intentar demostrar que, además de realizador, es un portentoso director de fotografía (el Peter Andrews de los créditos de la película no es sino su seudónimo) y que sabe jugar con las texturas.

Sin embargo, Full frontal (en la que aparecen los actores Brad Pitt o David Fincher haciendo de sí mismos), dispersa, incomprensible y cargante como pocas producciones recientes, termina siendo una reunión de amigos con muy pocas cosas que contar y muchas ganas de presumir.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de febrero de 2004