"Suplico, (...) recomiendo (...) y ordeno (...) que no consientan que los habitantes de dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad, y que, si sufrieren algún daño, lo repararen". Así reza el testamento de Isabel la Católica, cuyo original cierra la exposición que ayer inauguró en Valladolid José María Aznar y que celebra el quinto centenario de la muerte de esta reina que unificó España.
Antes de llegar a tan preciado texto, el visitante habrá podido contemplar más de 150 piezas entre documentos, cuadros, libros, tapices, figuras, espadas y objetos que muestran el esplendor de aquella corte. La muestra, dividida en 11 secciones y bautizada como Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado, reúne piezas de gran valor como las condiciones en las que Boabdil rindió Granada, el Tratado de Tordesillas o la Gramática de la lengua castellana escrita por Antonio de Nebrija.
Fernando Checa, comisario, señala que el objetivo es "buscar un contraste entre la magnificencia de la Corte de los Reyes Católicos y el Nuevo Mundo recién descubierto". Para lograr el efecto deseado, la muestra descansa sobre dos espacios fundamentales: uno, dedicado a la reina y su corte, y otro a las Antillas, que Colón y sus compañeros vieron por primera vez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de febrero de 2004