Hay señales reveladoras. La acumulación de vallas metálicas, ayer, en camiones de la policía, en las puertas de Alhucemas anuncia que la visita del rey Mohamed VI a la región siniestrada es inminente. Con las vallas se contendrá a la muchedumbre en las aceras.
A la tercera va la vencida. El monarca se trasladó, el martes, inmediatamente después del terremoto, a Tánger y la agencia oficial MAP precisó que en las "próximas horas" se desplazaría a Alhucemas. No fue así. En el entorno del monarca se indicó, el jueves, que el viaje real tendría lugar ayer viernes y que ese día sagrado para los musulmanes el soberano rezaría en la ciudad la oración del ausente, en memoria de los 571 muertos. Tampoco se cumplió el anuncio y muchos habitantes de Alhucemas atribuían el aplazamiento a las protestas por la mala distribución de la ayuda humanitaria.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de febrero de 2004