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CARTAS AL DIRECTOR

Fronteras a la Ciencia

Hemos leído, con sombro e indignación, que el Gobierno de Estados Unidos ha promulgado recientemente una ley o regulación que prohíbe a los editores de las revistas científicas norteamericanas publicar en ellas los trabajos científicos realizados en cualquiera de los países sometidos al embargo económico y comercial. Éstos son Irán, Libia, Sudán y Cuba. La pena por infringir esta norma puede ser multa de hasta 50.000 dólares y hasta 10 años de cárcel, que se dice pronto.

Creemos que con esta medida, EE UU atenta contra principios básicos de la ética científica, y que hasta ahora ha respetado, como son la libertad y la universalidad de la ciencia y su comunicación entre científicos. La ciencia es universal e independiente del país, religión, raza o sexo del investigador que la realiza y su éxito y avance depende, precisamente, del intercambio de información y conocimientos, sin límites de fronteras.

Algunos directores de revistas científicas, pertenecientes a importantes y poderosas editoriales norteamericanas, entre ellas la Sociedad Americana de Química, han mostrado su total oposición a la mencionada regulación, que consideran contraproducente y restringe el libre intercambio de información científica. Piensan incluso elevar la queja al Congreso, pero mientras tanto, dicen, tienen que acatar la ley (Chemical & Eng. News, número 26, página 5, 2004).

Organizaciones de gran presigio, como Unesco, OCDE, ICSU, etcétera, reconocen la naturaleza universal de la ciencia y promulgan la no discriminación de los científicos por razones políticas, étnicas, religiosas, de lugar de nacimiento, etcétera. Estos derechos se reconocen también en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Precisamente el Consejo Internacional de Uniones Científicas (ICSU), formado por unos 90 países miembros -entre los que se encuentra Estados Unidos-, para evitar la discriminación contra los científicos, anima a sus Estados miembros a declinar las invitaciones para asistir a reuniones o congresos en aquellos países en los que no se respeten los principios de libertad científica. Sin duda, nunca pudieron pensar que esto ocurriría alguna vez en Estados Unidos, cuna de todas las libertades.

En nuestra opinión, el actual Gobierno de Bush ha mostrado, una vez más, una actitud totalitaria y éticamente condenable.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de febrero de 2004