Vivo con consternación el cierre de la residencia geriátrica y del casal de la tercera edad Can Castelló, que culminó el día 31 de enero. El cierre, debido a la existencia de termitas, fue la desagradable noticia que los residentes y el personal recibieron durante las pasadas fiestas navideñas.
Cuando continuamente aparecen informaciones sobre graves problemas asistenciales en residencias geriátricas, me siento obligada de denunciar el cierre de un centro que funcionaba perfectamente, con el perjuicio enorme que comporta para sus residentes y el personal que eficazmente les cuidaba. Quiero destacar el trabajo bien hecho del personal de Can Castelló, modélico en calidad humana y profesionalidad. He tenido la suerte de colaborar y aprender de todos ellos. No es fácil encontrar equipos como el que formaban y creo que merecen la mejor consideración y reconocimiento por parte de la Administración.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de marzo de 2004