"Los pericos somos de una raza especial", le cofesaba el vicepresidente Ramón Condal a una emisora de radio antes de que en Montjuïc empezara a nevar, mientras los equipos calentaban músculos. "Nunca había visto la nieve, así que traté de cogerla, pero me desaparecía en las manos", confesaba el brasileño Fredson, teminado el partido, buscándose los pies. "En la primera parte no los sentía", confesó. A su vera desfilaban los jugadores del Valencia, con la cara de quien ha perdido más que tres puntos, por mucho que Baraja se negara a despedirse de la Liga: "Queda mucho, yo no creo que hayamos dicho adiós al título", decía el mediocentro, bastante más explícito que su compañero Aimar, quien al ser preguntado por la nieve y el frío, sólo exclamó: "!Uuh!". Nevó tanto y cuajó de tal forma que a ratos, durante el primer tiempo, el césped era tan blanco que el balón ni se veía. Pero la bola suplente era tan naranja como la camiseta del Valencia y el árbitro prefirió no cambiarla. Más tarde, apareció Tamudo -"galáctico", según Fernández- y sacó oro de la nieve tras otro pase "propio de crack", según el técnico, firmado por De la Peña, el rey de la asistencia en Montjuïc, donde 18.900 pericos le dieron la razón a su vicepresiente , al tiempo que el equipo se la quitaba a quienes les acusaron de falta de compromiso. "Hoy, 11 sobre 10", les reconoció el presidente Sánchez Llibre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de marzo de 2004