Nacido en Madrid, en la céntrica calle del Almirante, cerca del Café Gijón, Julián Marcos fue una referencia clara de la lucha por la democracia y las libertades. Poeta y cineasta y animador de grupos culturales y progresistas, y miembro de los que algunos estudiosos han dado en llamar "generación del 56", para referirse a los niños de la posguerra, deja una obra poética repartida en muy diversas publicaciones, así como un libro Carnaval, aparecido en la colección poética de la Editorial que dirige Jesús Munárriz.
Director de cine y miembro integrante de aquella inolvidable Escuela Oficial de Cinematografía, que hacía esquina a Montesquinza con Génova, en la que estudiaron Antonio Artero, Manolo Revuelta, Santiago San Miguel o Víctor Erice, llevó a la pantalla la obra teatral de Alfonso Sastre, La taberna fantástica, y fue ayudante de Orson Welles en sus Campanadas a media noche, así como de Bardem y Berlanga en diferentes ocasiones.
Traductor de Henry Miller y Ferlinghetti, su obra de escritor se quedó olvidada y perdida en las mesas de los cafés, en las tertulias literarias, en los sueños de gloria y en gozar con lo que publicábamos sus amigos.
Encarcelado en varias ocasiones, pasó por Carabanchel, Burgos y otras cárceles franquistas, y llegó a ser multado, caso insólito, por un libro inédito de poemas, que la policía secuestró en su casa y que nunca llegó a recuperar.
Deja algunos libros de poesías varias y otro dedicado a sus amigos pintores, ya que como teórico apoyó diferentes movimientos pictóricos y sobre todo el de Estampa Popular, al que dedicó poemas y artículos.
Julián Marcos nació en Madrid en 1934, y murió en la misma ciudad el 29 de febrero de 2004.
Su marcha, a nosotros, sus amigos (Fernando Sánchez Dragó, Rubén Caba, Manolo del Palacio, Raúl Peña, Carlos Álvarez y tantos otros) y ya viejos compañeros de viaje por la vida, nos deja, si cabe, un poco más huérfanos. Pero no olvidaremos su entusiasmo y su inveterado optimismo, tanto de sus tiempos de estudiante (el llamado Congreso de Escritores Jóvenes) como el de sus últimos y esperanzados días.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de marzo de 2004