Rafael Fopiani es pintor de fachadas, de 42 años, casado y con dos hijas. Se fue de Cádiz a Canarias hace un año en busca de mejor suerte. "Me tiré allí nueve meses. Tenía que desplazarme de una punta a la otra de Las Palmas cada día y coger tres autobuses de ida y tres de vuelta. Me levantaba a las cinco de la mañana para estar en el trabajo a las ocho. Al final me dije que para estar así allí, estoy en Cádiz". Pero en la capital gaditana le esperaba de nuevo el paro. Ahora confía en que un amigo lo meta en una subcontrata de Astilleros.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de marzo de 2004