Manolo y Ester, en plena faena nocturna. A cambio de que los jóvenes prescindan de parte del alcohol y las drogas que consumen en plena calle, ofrecen condones, información y sonrisas. El trueque, a menudo, funciona. Algunos jóvenes aprenden que diversión no es sinónimo de borrachera o colocón. En el programa experimental que desarrollan están solos frente a miles de jóvenes y cada noche atienden una media de 45 consultas .
MÁS INFORMACIÓN
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de marzo de 2004