La riqueza vitivinícola de un país radica en su patrimonio genético, en la calidad y variedad de sus cepas, asentadas por el tiempo y la selección humana a lo largo de su historia. Y en España, que lleva siglos cultivando las viñas y elaborando vino, se ha producido una de las mayores pérdidas de variedades autóctonas que se conoce, fundamentalmente blancas, arrasadas por una concepción nefasta de la viticultura, orientada casi exclusivamente a conseguir la mayor producción de kilos de uva con el menor esfuerzo posible. Así, una tras otra, fueron desapareciendo variedades de difícil viticultura, complicada maduración y bajo volumen, pese a que sus vinos pudieran tener una calidad más que estimable. Salvo en Canarias, donde la insularidad ha servido de reservorio natural, o la Galicia profunda, con el pequeño viñedo para el autoconsumo, en el resto del país se impuso la monótona mediocridad de la uva airén. Un panorama desolador que empieza a cambiar al calor de la mayor demanda de vinos blancos de calidad. Esto ha permitido recuperar parte de ese patrimonio, como son las variedades godello, treixadura, sabro, gual, bujariego, maturana... Al mismo tiempo, sorteando el peligro de la chardonitis, nuestro país ha sabido acoger con éxito variedades foráneas de calidad, desde la gewürztraminer hasta la viognier, pasando por la riesling, chenin o incroccio-manzoni.
Un variado y enriquecedor panorama de excelentes vinos blancos, plenos de aromas exóticos.
Teneguía Bujariego 2002
Aroma fresco, muy personal, con notas claras de hinojo, piña, pomelo, lavanda y hierbas. En boca: ligero pero untuoso, con un final ácido y un atractivo regusto amargo.
Llanoivid. Teléfono 922
44 40 78. DO: La Palma.
Variedad: bujariego.
Grado: 12,5%. Precio: 13.
Puntuación: 7,5/10.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de marzo de 2004