Acabo de recibir la confirmación de la muerte de la mujer de un tierno amigo de la adolescencia y de siempre.
Susana ejercía como madre trabajadora. Deja dos niños de 11 y 5 años. También deja a mi amigo con el corazón destrozado y con la mirada interrogante de sus hijos. Me angustia pensar qué podrá explicarles. Quizá que su madre cumplía con su deber cada minuto de su vida y que un mundo absurdo hizo que pereciera por ello. Sólo con un inmenso amor y con una pertinaz lucha por la paz podremos lograr reconfortar a esos niños y a ese padre tan dolientes en este momento y durante muchos, muchos días... Mi más sincero amor hacia ellos desde estas letras, que son casi lo único que puedo ofrecerles hoy para su dolor. Hasta siempre, Susana Ballesteros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de marzo de 2004