Desde esta zona de Cataluña, donde tanto le gusta venir de vacaciones, y donde podría hablar catalán en la intimidad, quisiera decirle unas palabras. Estoy contenta porque me puedo despedir de usted y de su mayoría absoluta, tan nefasta como todas las mayorías absolutas. Ha sido arrogante, prepotente y tergiversador de la verdad. Se ha colocado a la derecha del poderoso y nos ha colocado de espaldas a Europa. No ha escuchado al pueblo cuando rogábamos "No a la guerra" y, ahora, deja una España crispada y de duelo. Lo que usted no se imaginaba es que el pueblo español, aparte de ser solidario, es sabio. Eso, hoy, ya es historia, su mala historia. Yo sí creo en la fuerza de la palabra y en el poder del diálogo. Desde el 11-M, yo también soy madrileña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de marzo de 2004