M de Madrid, que llora su dolor. M de masacre, nombre abominable. M de muerte, ¿por qué así?, ¿por qué ellos? M de matanzas, la de Madrid, la de Irak, la de Afganistán, la de Casablanca, la de Nueva York, la de Hypercor, la que acontece en África cada día, todas. M de memoria, la que tenemos los pueblos de nuestra Historia ensangrentada. M de miedo, el que sacude nuestras conciencias. M de mayoría, de multitud, la que salió a la calle para honrar y protestar. M de movimiento, el que han hecho nacer miles de gritos de papel en las urnas. M de mar, porque estos días he visto llorar hasta el propio mar. M de amor, el camino que ahora más que nunca necesitamos buscar, en las relaciones, en el trabajo, en los negocios, en las propuestas, en los proyectos, en los pequeños momentos y en las grandes decisiones, en nuestro deseo de convivir con nosotros mismos y con el resto de la Humanidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de marzo de 2004