Rex Reynaldo Ferrer, camarero de 20 años residente en España desde hace siete, ahorraba para comprar una casa a su abuela en Filipinas y otra para él en Madrid. También ayudaba a la economía familiar, aunque esto no convencía a sus padres, Anita y Arturo, que preferían que se guardase el sueldo que ganaba en un restaurante de la calle de Ponzano.
El día siguiente a su muerte iba a gestionar con una inmobiliaria la compra de una vivienda. "Pensábamos comprarnos cada uno un piso en la zona de Méndez Álvaro, y ser vecinos", dice Joem Malayao, uno de los mejores amigos de Rex. No le faltaban; muchos de ellos viajaron desde Barcelona para darle su adiós y acompañar a su familia. A Rex le gustaba jugar al baloncesto, y era "fanático" de los videojuegos. Arturo, el padre de Rex, habla con emoción. "Era alegre, fumaba muy poco y le gustaba mucho comprarse ropa, con su dinero". La familia teme la reacción de la madre. "Le alegraba la vida".
MÁS INFORMACIÓN
Rex cantaba en el coro de la Iglesia de Cristo, a la que pertenecía toda la familia, y los días que tenía ensayo salía de Torrejón de Ardoz a las 7.05. El 11 de marzo era día de ensayo, pero olvidó el mechero en casa y, por ir a buscarlo, cogió el siguiente tren, el que estalló en Atocha. Minutos antes de la explosión, habló con su hermana Liezl. Rex y Liezl, de 17 años, siempre salían juntos con amigos. "Ella es quien peor lo va a pasar", asegura Evaristo Alonso, jefe de Rex hasta hace unos meses, y que lo define como "serio, trabajador y poco hablador".
A mediados de esta semana, la familia se trasladará a Santiago City para enterrar al joven en el lugar que le vio nacer. Sus padres estaban ahorrando para viajar en septiembre a Filipinas. "Rex cumpliría 21 años, y ésa es una fecha especial para un varón en nuestro país; ahora ya no tiene sentido", añade su padre.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de marzo de 2004