"La desaparición del régimen de Sadam ha sido lo mejor que he visto en toda mi vida", declara jubilosa Rasmiya Zubaia, de 64 años y ama de casa. Pero no parece que en este año haya cambiado mucho la vida de esta mujer, que aparenta diez años más de su edad. Aún sigue viviendo en una modestísima casa del barrio de Al Shoala y su marido, ciego, no recibe ninguna ayuda estatal. "Ha aumentado el sueldo de mis hijos", explica, aunque ninguno puede ayudarla "porque todos tienen familias numerosas". Rasmiya sigue viviendo de la caridad. De momento se ha apuntado al partido político del cacique del barrio para no quedar fuera de cualesquiera que sean los beneficios del nuevo sistema.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de marzo de 2004