En esta vorágine mediática en la que nos hemos metido tras los atentados del pasado día 11 en Madrid y las elecciones del domingo, parece ser que Canal 9 quiere dejar su huella, la impronta de lo que ha sido durante los últimos años y de lo que parece que va a ser a partir de ahora. La lucha que se ha desatado entre dos grupos -por un lado el clero radiofónico, los voceros patrioteros de RNE y el periódico anti Prisa por excelencia, y por otro los medios adscritos al imperio de Polanco junto a Tele 5-, no hace más que demostrar la angustia infinita que a unos les ha supuesto perder y la apasionada euforia de los que no se esperaban ganar. Pues bien, espoleados por ese vacío que se les presenta a muchos de los altos cargos de nuestra cada vez menos pública y más impúdica televisión, los informativos de Canal 9 se han sumado a ese espectáculo de la información partidista de forma todavía más vergonzosa si cabe, ayudados por una experiencia en el servilismo cultivada durante años y aprovechando las últimas fuerzas del todavía ministro Zaplana para propagar la realidad que, una vez más, les interesa. A las tremendas caras largas de la noche del domingo se les une el afán por reiterar hasta la saciedad el "magnífico" resultado del PP en la Comunidad Valenciana, un hecho tan exacto en su superficie como inútil en su fondo. Y el colmo: unirse al circo del maniqueísmo informativo sobre la victoria electoral de los terroristas, ese argumento simple del que no tiene estómago para la derrota y proyecta su desazón en las razones que esgrimen sus hermanos mayores. Lo dicho, los informativos de Canal 9 dan la razón al dicho de que lo malo siempre es susceptible de empeorar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de marzo de 2004