A Lula, el presidente brasileño, no le gustan los bingos ni las máquinas tragaperras. Por eso ha enviado al Parlamento un proyecto de ley por vía de urgencia para cerrar los miles de bingos y máquinas tragaperras de todo el país. Mientras tanto, sin esperar, dio orden de que se cerraran todos. Y se han quedado en la calle, sin trabajo, trescientas mil personas, que ahora persiguen al presidente ex tornero con pancartas de protestas por donde va. Ayer Lula fue tajante. Llegó a decir que si tiene que legalizar los bingos para que no se pierdan puestos de trabajo, "mañana me van a pedir también que legalice la prostitución infantil". Lula se había olvidado, sin embargo, de que él mismo, al inicio del año, había enviado un documento al Parlamento en el que se preveía el estudio de la legalización de los bingos para financiar obras sociales. Lo que ocurre es que el asesor de la Presidencia, Valdomiro Diniz, a quien Lula tuvo que destituir fulminantemente, resultó involucrado en un gran escándalo de corrupción con bingos y loterías. Por eso Lula ha sido ahora tajante: "Nada de bingos". Y los que quieran seguir jugando, ha dicho el popular presidente, "que lo haga como se hacía antes", es decir, en casa y con alubias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de marzo de 2004