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Crítica:

Conocer la vida tal como es

Elia Barceló plantea la lectura como un juego de capítulos intercambiables. La autora alicantina conecta en La roca de Is los siglos IX y XXI a través de dos muchachas que se verán inmersas en una episodio de intriga que servirá para dar una visión de la humanidad. El libro va más allá del público joven al cual se dirige.

No es la primera vez que un libro carece de contraportada, al poder iniciarse su lectura desde cualquiera de los dos lados. Esta particularidad la explica la autora, Elia Barceló, en una nota inicial que consiguientemente se incluye dos veces. La autora defiende la semejanza entre las narraciones y los seres vivos, el poder mágico de la literatura y la libertad del lector para organizar el material de la novela a su manera y, por eso, indica al lector que este libro compuesto de dos historias separadas por doce siglos, una situada en el siglo XXI con epílogo futurista ubicado en 2025 y la otra en el siglo IX, puede leerlo en el orden que prefiera y si gusta puede intercalar fragmentos de una y otra historia a su capricho. Unas notas que recuerdan las instrucciones de Julio Cortázar para la lectura de Rayuela, un autor, por cierto, nada ajeno al espíritu de Barceló. No es descartable, pues, que diferentes lecturas produzcan resultados igualmente diferentes.

LA ROCA DE IS

Elia Barceló

Edebé. Barcelona, 2003

336 páginas. 7,40 euros

Barceló es una autora que ha cultivado con asiduidad géneros como la ciencia-ficción y el policiaco o la novela juvenil y que llamó la atención de la crítica en general hace un par de años con El vuelo del Hipogrifo (Lengua de trapo), una novela de novelas, arriesgada y sorprendente, donde Barceló sintetiza todo su saber literario. Una de esas obras que el tiempo engrandecerá. La ºroca de Is es una novela escrita en la coherente línea habitual de la autora cuando escribe novelas juveniles, algo que autores de bien reconocido prestigio también cultivan con cierta continuidad. Es el caso de José María Merino, Lorenzo Silva o José María Latorre y, al menos en una ocasión, de Juan José Millás con una de sus obras primerizas, Papel mojado. Esta novela gustará a los que disfrutaron con algunas de Merino, No soy un libro o la trilogía Crónicas mestizas.

Dos jovencitas, Sara del siglo XXI y Enye del siglo IX, son las protagonistas. Relacionarlas por encima de las barreras de espacio y tiempo es una de las habilidades habituales de la autora que acierta al asemejar la experiencia de un día en un centro comercial de Copenhague con una visita a una ciudad del siglo IX. Sara acompaña a desgana a su madre, una famosa arqueóloga, durante las vacaciones de verano a una expedición que debe desentrañar los misterios que esconde un antiguo edificio construido por los vikingos. La chica entrará en contacto con estos venerables vestigios de una manera aburrida, pero algunos sucesos extraños la llevarán a interesarse por el asunto, sobre todo cuando en sus sueños aparece una chica desconocida para ella, la normanda Enye, y cuando encuentra una misteriosa vieja que le encomienda una extraña misión. Una intriga bien urdida que, sin embargo, paga el tributo que hay pagar a lo que se espera de una novela dirigida a adolescentes simplificando un conflicto entre madre e hija.

En la parte dedicada a narrar la aventura iniciática de Enye, una chica que aspira a ser una especie de bruja o diosa, la autora se siente más en su elemento y recrea una cultura espiritual dominada por las mujeres (como las diosas blancas de Graves). El panorama ofrecido no es nada baladí y en él más que la exactitud documental de lo que se dice, muy dudosa, cuenta la visión intemporal de una humanidad que como siempre debe enfrentarse a sus propios demonios. Barceló consigue que la novela pueda interesar a jóvenes con inquietudes y a adultos simplemente deseosos de leer una consistente historia de aventuras.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de marzo de 2004

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