Muchos de los caminos de Al Qaeda, esa organización planetaria y estructurada como un gigantesco puzzle con miles de piezas, conducen a España. Essid Sami Ben Khemais, alias Saber, un tunecino de 33 años, el primer condenado en Europa por pertenecer a Al Qaeda (La Base), era una de ellas. El informe de la Fiscalía de Milán, que le llevó a prisión, concluyó en 2002 que España es el anillo final de una red de terrorismo islámico dependiente de Osama Bin Laden.
¿Por qué lanzaron los investigadores de la fiscalía italiana esta advertencia tan rotunda? Lo hicieron porque el teléfono de Saber, cuyo número cambió veinte veces, no cesaba de comunicar con sus hermanos españoles, y porque este tunecino afincado en Milán viajó a Pamplona y Valencia semanas antes de que su lugarteniente Farid hablara con un tal Noureddine y le informara de que tras la detención de sus hermanos en Alemania habían tomado "una decisión muy fuerte..., muy fuerte", cuyo significado era "rebélate y golpea".
Atta avisó que enviaría a Madrid el dinero que le sobraba porque en pocos días iba a morir
Los hermanos a los que se pretendía vengar formaban el grupo Meliani, que actuaba a las órdenes de Bin Laden y proyectaba volar el Parlamento y un mercadillo de Estrasburgo en la Navidad de 2000. Se les detuvo con armas y explosivos.
Cuando la policía escuchó la frase "rebélate y golpea" se convirtió en la sombra de Ben Khemais. La noche del 24 de marzo de 2001, el tunecino apareció en el andén de la estación central de tren de Milán, vestido con una chaqueta de ante marrón claro y pantalón blanco y con una bolsa de deporte verde colgada del brazo. Entonces ignoraba que policías de tres países de Europa le acompañarían en todo su viaje.
Hasta París viajó escoltado por dos agentes italianos. En la estación de Austerlitz tomaron el relevo sus colegas franceses de la DTS, que se sentaron junto a él, en el asiento 66 del vagón 47. En el tren de Irún a Pamplona cogieron el relevo agentes españoles. Le siguieron hasta Valencia, donde perdieron su rastro, y le detuvieron al regresar a su piso de Milán. Saber había pedido permiso a Bin Laden para una operación con armas químicas. Sus hermanos españoles fueron detenidos después, pero todos quedaron en libertad.
El anillo español era como un imán. Mohamed Bensakhria, un argelino de 34 años, uno de los miembros del comando Meliani a los que pretendían vengar los salafistas instalados en Milán, escapó de la redada en Francfort y se refugió en Alicante. Bensakhria, considerado uno de los lugartenientes de Bin Laden, fue detenido el 8 de julio de ese mismo año, el día en que Mohamed Atta, el jefe de los suicidas del 11-S, llegó a Madrid para asistir a la cumbre en la que ultimaron el ataque.
El 28 de julio, Jamal Beghal, un francés de origen argelino, fue detenido en el aeropuerto de Dubai cuando regresaba de entrenarse en un campo afgano donde Abu Zubaida, uno de los dirigentes de Al Qaeda, le había ordenado atentar contra la embajada de EE UU en París. Beghal confesó que regresaría a Francia a través de España antes de inmolarse.
El relevo de Beghal lo tomó Nizar Trabelsi, El Negro, otro tunecino, jugador de fútbol profesional. La policía sospecha que antes de intentar el atentado Trabelsi viajó a Cascante, un pueblo de Navarra, y mantuvo contactos con islamistas radicales. Allí vivía Mohamed Berlazziz, un militante salafista que en su diario se despidió así de su madre: "Te pido perdón, madre; pido perdón a todos a quienes traté mal. (...) Perdonad si he pecado. Voy a morir por Dios y por la patria. (...) Morir por Dios y por la patria es lo máximo que se puede hacer".
Trabelsi fue detenido antes de que ejecutara su martirio. Acaba de ser juzgado y condenado en Bruselas. Berlazziz, tras permanecer casi dos años en prisión, ha sido puesto en libertad sin cargos por un juzgado de la Audiencia Nacional. Igual suerte corrieron otros de sus hermanos detenidos en la misma redada.
El 27 agosto, Imad Eddin Barakat, Abu Dadah, un sirio de 39 años, casado con una española y vecino de Madrid, recibió en su teléfono móvil una llamada críptica de un tal Shakur: "En estos momentos estoy dando clases. Dentro de las clases hemos entrado en el campo de la aviación. Mi objetivo es el objetivo y no quiero entrar en detalles".
Un grave problema
El 5 de septiembre, Binalshibh, el cerebro del 11-S, regresó a Madrid. El coordinador del mayor ataque terrorista contra EE UU se paseó hasta el día 7 por la calle de Carretas antes de iniciar su periplo hacia Kabul. Tras el 11-S, la policía detuvo a Barakat, al que investigaban sin descanso desde 1995, y a todo su grupo. La investigación judicial demostró que mantenían vínculos con miembros de la célula de Hamburgo. Garzón procesó a más de 30 personas de esta presunta célula.
La policía aseguraba que España era sólo la retaguardia del terrorismo islámico y confiaba en que aquí no habría atentados. Pero tras las primeras amenazas directas de Al Qaeda por el apoyo del Gobierno de Aznar a la guerra de Irak (vídeos de Bin Laden y de Ayman Al Zawahiri en octubre de 2001 y 2003), algunos funcionarios aseguraban en privado que el riesgo había aumentado: "El problema es mucho mayor de lo que creíamos, pero nadie se atreve a decirlo en público", señaló uno de ellos a este periódico en marzo de 2002, en una información titulada España, principal base europea de Al Qaeda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de marzo de 2004