No discutían nunca, "tan apañadicas las dos". Por algo eran mellizas: María de los Ángeles y María Luisa. La ausencia de la segunda deja en la primera un vacío tal vez diferente al de los familiares de otras víctimas de los atentados. Stefan, rumano, trabajaba como el que más, y comía como el que más. A su jefe y amigo le costaba creer que pudiese meter tanto alimento en un cuerpo de 70 kilos. Miguel Reyes era el hijo que querrían tener todos los padres, de los que nunca acaban de marcharse de casa. A los 37 años se echó novía y se mudó, eso sí, cerca del hogar familiar. Liliana Guillermina no pudo estudiar informática en España como era su deseo, así que se tuvo que poner a trabajar de asistenta. No quería volver a Ecuador con las manos vacías. Lo que es la vida: la hija de Mari Paz estaba contenta porque la familia llevaba una buena racha. Hasta el 11-M.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de marzo de 2004