En relación con la abundante información que su diario viene dando sobre el atentado terrorista del 11-M, hay un aspecto relativo a la identificación de las víctimas, que sistemáticamente viene siendo tratado de modo incompleto o erróneo.
Los análisis de ADN no se pueden realizar en el cementerio de la Almudena, como se repite una y otra vez, ni tampoco se llevan a cabo en el Instituto Anatómico Forense.
La labor de los médicos forenses es trascendental y ha sido encomiable, pero habría sido insuficiente si no se hubiese completado con la de los facultativos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses.
Por ley, este organismo presta el auxilio que precisa la Administración de Justicia y en este caso le ha correspondido la identificación de determinadas víctimas mediante análisis de ADN.
Por razones de máxima rapidez y eficacia, dada la magnitud de la catástrofe, la autoridad judicial decidió el 11-M la distribución del trabajo de identificación genética, entre los laboratorios del instituto y de la policía.
Así se ha hecho, sin que lo hayamos visto reflejado en su diario y sin que personas que han intervenido directamente y que conocían la actuación decisiva de los facultativos del Instituto Nacional de Toxicología, lo hayan puesto de manifiesto en las entrevistas que se le han realizado.
Por ello, en honor a la verdad informativa y en reconocimiento a todos esos miembros del Instituto, facultativos y ayudantes de laboratorio, que han dado una lección ejemplar de entrega, de humanidad y de sacrificio, que estuvieron dispuestos en Madrid y también en Barcelona, Sevilla y Santa Cruz de Tenerife, desde los primeros momentos del atentado, que trabajaron día y noche para tener en 36 horas las primeras identificaciones genéticas y posteriormente han seguido persiguiendo el objetivo de lograr la identificación de todas las víctimas y colaborando sin reservas con otros profesionales, me permito destacarlo, para que en sucesivos reportajes o artículos si los hubiera, se recojan los hechos tal y como han sido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de marzo de 2004