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CARTAS AL DIRECTOR

La hora de la verdad / 2

Consumidores somos todos, pero cualquiera lo diría. Resulta que el nuevo Gobierno, al cual he apoyado con mi voto, se ha preocupado, antes de tomar posesión del poder ejecutivo de la nación, en anunciar un marco restrictivo en la cuestión de horarios comerciales y apertura de nuevas grandes superficies. ¿Se han preguntado a quién favorece y perjudica realmente esta medida?

Una manera simplista de interpretar este asunto sería calificar la lucha comercial como la disputa desigual entre David, el pequeño comercio, y Goliat, las grandes superficies. El inconsciente nos lleva a mirar con simpatía las razones que desde el pequeño comercio se esgrimen para justificar su postura, por su presunta posición de desventaja. Pero, ¿nos hemos parado a pensar las consecuencias de esta política restrictiva? ¿En qué lugar queda el consumidor? ¿Qué papel le queda por jugar en esta timba de cartas marcadas?

Está claro que la liberalización favorece los intereses de la mayoría de los españoles, porque consumidores somos todos ¿Entonces? Pesa mucho la campaña organizada y ejecutada desde el pequeño comercio, como también el que la liberalización fuese impulsada por un Gobierno de signo contrario (olvidan con facilidad que fueron los socialistas los auténticos precursores de la liberalización de horarios comerciales). Lo triste es que los millones de españoles perjudicados por la restricción de horarios comerciales y la cantidad de puestos de trabajo que podrían generarse con la apertura de nuevos centros no pesen lo suficiente como para hacer declinar la balanza ¡Qué pena!

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de marzo de 2004