Ninguna de las 18 obras finalistas que optaban el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández ha resultado ganadora. El jurado que debía fallar ayer el premio del certamen, compuesto por escritores y críticos literarios, consideró que los trabajos seleccionados no reunían "la calidad mínima exigida para ostentar un galardón del prestigio y la relevancia internacional que posee éste", explicó José Luis Ferris, presidente del jurado.
Después de varios días de deliberación, sus componentes decidieron por unanimidad declarar el premio desierto. Según Ferris, este concurso se ha consagrado como uno de los eventos poéticos más importantes en habla hispana, una realidad que, a su juicio, se confirma por la notable participación que ha cosechado la edición de este año. En total, más de 700 obras procedentes de países de América Latina, Estados Unidos y Europa han concurrido al certamen.
El nutrido volumen de aspirantes al premio ha suscitado interrogantes entre los miembros del jurado sobre el procedimiento de selección que se ha seguido hasta ahora, y su presidente no descartaba ayer introducir variaciones para evitar que se repita esta situación. "Hemos realizado la propuesta de que, en próximas ediciones, al menos tres miembros de los siete que componemos el jurado participemos un mes antes en la preselección, para garantizar la calidad de las obras que llegan a la final", explicó Ferris. Una fórmula que no se ha aplicado hasta ahora, ya que la preselección correspondía a un comité ajeno al jurado. La principal debilidad de las obras finalistas, según el jurado, ha sido su "falta de cadencia y calidad". "No hemos tenido el valor de escoger ninguna porque luego no seríamos capaces de defenderla ante un lector que se sintiera defraudado", concluyó Ferris.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de marzo de 2004